domingo, 21 de febrero de 2016

LLUEVE

Domingo, temprano, todo duerme
primeros vestigios del otoño,
llueve, un mate me acompaña
y por la ventana puedo ver
como esa tenue garúa
se desliza sin ningún apuro.

Música suave y siempre romántica
me envuelve de sensaciones,
y está siempre en mis soledades
porque me aturde el silencio.
Los feriantes no deben estar
tan gratificados como yo
con la paz que se respira en este día.

Muchas hojas secas juegan por la calle
con el viento que parece empeñarse
en molestar a las vecinas que las ordenan
en bellos montoncitos, casi,
como para hacerles un inventario.

El sol tiene ganas de salir, pero
la voluntad se ve que no le ayuda hoy.
Ojalá que lo logre porque hace mucho frío,
y el viento que era juguetón
se ha tornado grosero y poco gentil.
Solo se ven palomas acurrucadas
que buscan darse calor entre sí.

La gente no ha salido a pasear
como en otros domingos,
han preferido el abrigo de sus hogares.
Algunas nubes muy reverentes
se retiran, para que el astro rey
pueda ser el protagonista de la naturaleza
en el universo de la función de la vida.

Pese a tanto esfuerzo creo que hoy
no será más que un actor secundario.
En otros lugares, ancianas disfrutan 
tejiendo en sus mecedoras frente al fuego.
No faltará quien aproveche a sestear
al no tener otra opción mejor.

Los niños juegan y dejan volar su imaginación,
dentro de los límites que su edad
y sus dormitorios les permiten.
Los enamorados se abrazarán profundamente
y sonreirán de felicidad,
sin prestar atención al frío y al viento.

Y si la lluvia los sorprende,
buscarán un lugar tibio donde cobijarse 
hasta que la lluvia cese.
Muchos, solos con sus fieles soledades
darán rienda suelta a sus “hobbies”,
para evitar que la rutina los aprisione un día más,
como cada fin de semana
donde todo ya está agendado
como el orden del día de una sesión extraordinaria
de las más formales.

Viene bien de vez en cuando volar
y dejar que el agua pura de esa lluvia
refresque nuestras ideas,
sacuda nuestras almas y desempolve
un poco emociones tan escondidas,
tan valiosas y a veces tan dolorosas
que es preferible que ebullicionen
y salgan a luz para que ya no sigan
oxidando nuestros oscuros y más
íntimos lugares del corazón.

24 de abril de 2005


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