Esa deliciosa manera de hacerme
callar,
es solo el principio de lo que
vendrá
luego que dejamos a un lado las
palabras
para convertirnos en besos y
caricias.
Solo escuchamos los latidos de tu
corazón,
los susurros de mi alma y algunas
campanas
que se confunden entre timbres y
teléfonos
que irremediablemente debemos
respetar.
Y miradas que expresan mucho más,
de lo que nuestras frases pueden
conjugar
para poder llegar a describir lo que
sentimos
cuando estamos así, tan a solas.
Qué mejor silencio que el
compartido,
solo para tener la posibilidad de
romperlo
con las más hermosas declaraciones
de amor
en el momento que menos lo
esperamos.
21 de enero de 2002
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